Y A VECES |
Y a veces, de repente,
se me aclara la mirada
y el horizonte lejano
se torna breve y luminoso
El claro cielo
se me hace amigo y compañero
El aire puro,
cómplice de mis pulmones,
acaricia mi cara
y los anhelos,
se me hacen meros caprichos
que alcanzar no importa
A veces, algunas veces
soy el centro de mí mismo
y estoy en mí
y conmigo todo
Y a veces,
el cielo se obscurece
y el horizonte tensa cuerda,
cruel final de mi mirada,
se me antoja tope insalvable
y me reduce a una simple célula
en medio del desierto
Y entonces imagino
que una pequeña amapola
arrogantemente roja
sería capaz de hacer
que acabase repentina,
absurdamente mi fe en las montañas
Más allá del horizonte
Más allá de mi mirada.
Luis de Pablos