Abocado al silencio

como el vino

se emboca en la dulzura

voy entregando

mi cosecha poco a poco

Día a día, hora a hora

 

Hoy me sobrecoges tú

con tu mirar de cielo abierto

Y como en tantas ocasiones

me lo explicas todo

Dando sentido a lo vacío

Certificando el miedo a la nada

 

Y me sobrecogen también

unos ojos entrevistos apenas

en una foto quizá

 

Congeladas ambas miradas

durante un instante eterno

La suya en el papel

La mía en el silencio

 

Yo retorno al momento

en que todo se mueve

Pero algo me dice

que me encontraré

más miradas

Como la del niño aquél

tapizada de moscas

 

Y se me rompe todo

Por dentro y por fuera

Y atado de manos

como un cristo atroz

sin sangre en la cintura

llevo a cuestas la cruz

de no ser ciego

y vivir lo que reste

en tinieblas gozosas.

 

 

Poema siguiente: LLEGAMOS A CASA

INDICE