Oí sus llamadas:

De la encina,
del campo cercano
De los pozos amargos,
secos y ya solos
Y de las viejas piedras:
Solas, allá, cerca de aquella
otra casa, sola también
que también me llamaba
 
Y las palabras todas
Y las miradas todas
 Y todos aquellos
 otros besos
 y otros dolores
 Y todos aquellos
 otros nombres,
 giraron en el denso aire
 de las despedidas
 Con olor a raíl
 y a café meditabundo
 y quedaron solos
 en un oscuro rincón
 de la memoria
 Para siempre solos
 Hasta el último adiós
 Hasta la última despedida
 Hasta el perdón
 o hasta el total olvido.

 

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