LA RELIGION DE LOS DOS DIOSES

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Personalmente siempre he tenido la impresión de que la religión católica, y por extensión algunas de sus sectas o derivaciones, es una religión que tiene dos dioses: El del Antiguo y el del Nuevo Testamento.

El dios del Antiguo Testamento es primitivo, partidista. Cómo es posible pensar que un dios de ese talante pueda ser el de toda la humanidad. Un dios que escoge un pueblo y odia a sus enemigos. Le arma contra ellos, toma partido, interviene en sus batallas. Precisamente el dios que provee al hombre de sus Mandamientos, de muchas de sus normas hoy en día aún en uso, de uso de obligatorio cumplimiento. Inspirador de gran parte de la filosofía en boga incluso hoy día. Culpable en gran parte del concepto que sobre el hombre y de su dignidad se tiene. Es el que al parecer entrega su poder en manos humanas, en manos de algunos elegidos. Que dios más antipático, aunque siempre me hizo gracia que no le importase demasiado la poligamia, que incluso la alentase en ocasiones, para conseguir cumplir sus designios. Es curioso este dios de la ira y la venganza. Es inhumano este dios trapacero y tramposo, vanidoso y egoísta.

El dios del Nuevo Testamento, o al menos su pretendido representante sobre la tierra, Jesucristo, tiene llena la boca de amor, se le colma de amor por el hombre, llega incluso a dignificar a una prostituta ¡Qué escándalo!. De sus palabras, de las que solamente intereses oscuros deducen instituciones y dogmas, fácilmente se adivina su intento de santificar a la persona, de primar y anteponer el hombre a cualquier otro tipo de interés. Al menos no separa el alma del cuerpo, como se ha empeñado obstinadamente la religión católica en hacer, durante siglos. No hay alma digna sin cuerpo santificado. No hay dignidad alguna, salvo la última, en un ser humano atrapado en el cepo de la injusticia.

Es el dios del amor, aunque haya sido prostituido por intereses bastardos. Es un dios en el que se puede confiar, en el que yo incluso podría "creer", en Jesucristo claro, no en su padre, sino fuera porque dios entre otras muchas cosas, siempre ha sido el caballo de Troya de los poderosos, el caramelo del niño, el consuela viudas: "Ten conformidad hijo, que dios te compensará en su reino", se le dice al desgraciado al que le han quitado sus tierras, sus medios de subsistencia, al que le han arrebatado su dignidad. "Ha sido designio del señor", hay quien exclama cuando una miserable gestión administrativa, probablemente causada por enriquecimientos ilegales, ha provocado que una pequeña subida de las aguas, se haya llevado por delante el pueblo, construido al lado de un río mal encauzado, se lleve por delante un camping, construido en terrenos geológicamente insensatos y con ellos, cientos de vidas humanas.

No puedo creer en nada que vaya en contra de la persona, de sus valores intrínsecos, inalienables. La existencia de dios es algo para mi inasequible, en cualquier caso ningún dios en sus cabales, condenaría que se glorificase la vida, que se santificara la persona, que reinara la justicia por fin, sobre la línea de todos los horizontes de la tierra, sin necesidad de crucificar a nadie, sin necesidad de que un ridículo cornudo con patas de cabra, emponzoñe el vientre de las vírgenes, incluso antes de que nazcan. Qué manera más asquerosa de avergonzar al hombre, de intentar quitarle lo que le es propio, para convencerle de que al no tener valor alguno, lo regale, lo derrame sobre la tierra, como si derramase vino del año, sin valor alguno. Y lo ha hecho y lo sigue haciendo y quién sabe cuándo el hombre se verá de una vez por todas, único DIOS sobre la faz de la tierra y recupere el trono, que probablemente hace ya mucho tiempo, nos fue arrebatado entre otras, por una curiosa religión monoteísta, con dos dioses, algunos angelotes y un cornudo con patas de cabra.

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