A Jesús Hilario Tundidor

Está el oído atento
a tu boca despierta,
no hay nada más que quiera
que tu sola palabra.

Si busco entre las voces
levantadas al vuelo
la tuya es alta y clara,
como un grito en la noche.

Tu voz amurallada
fluye profunda y tersa,
como el Duero en la tarde.

Está el oído atento a tu verbo,
a tu labio, a la tierra,
a la semilla que en ella
has sembrado, Jesús Hilario,
a voleo.

Está el oído atento
y el alma dispuesta.
Sólo resta escuchar, oír,
cómo levanta
el vuelo en el aire.

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